(Subtítulos: "Puedo explicarlo")
Mario descubre el bunker de Hitler y se lleva una sorpresa.
El aviso es que queda cancelado el proyecto del cómic de New Planet. Lo siento pero en verdad era un proyecto demasiado grande como para hacerlo realidad. En su lugar haré un fanfiction basado en esa misma historia. Por el lado positivo, les permitirá imaginarse ustedes mismos la apariencia de los personajes.
A pesar de que no sea común en este bloque, les presentaré una banda de rock peruana:
El nombre de la banda es Strike!, antes llamada Nerbay, hace muy buenas canciones y participó en el concurso Bandas de Garage de Studio 92 2012 con la siguiente canción:
Espero les haya gustado la canción, me despido con el siguiente capítulo de Amplusium:
Capítulo 3
Recuerdos y laberintos
Gracias,
viejo amigo-
No tiene por qué, señor-
Ahora todo lo que Naybi veía era un gran terreno, demasiado grande
para recorrerlo todo sin caer exhausto, con un atardecer bellísimo, pero lo que
más denotaba a medida que se iba acercando al suelo era un gran y enorme
bosque, completamente de color negro.
Vio otra vez a esa Omnebus enmascarada pero su silueta se perdió en la espesura del
bosque.
Creía entenderlo. Debían salir de ese bosque en forma de
laberinto.
Empezó a caminar por el laberinto.
Cada paso que daba era respondido por miles de pasos más, de
seguro el resto de participantes.
Después de caminar por al menos hora y media, se encontró con los
cinco robots pequeños, que andaban muy preocupados, pero se alegraron al ver a
Naybi.
Hola-dijeron cuatro de ellos
H...hola-respondió Naybi.
¿De casualidad viste un bólido de metal por aquí?-preguntó el
robot azul.
N…no-
Bueno, gracias de todos modos-dijeron todos, excluyendo al verde.
Naybi siguió su camino.
Al Dayvel le parecía que el bosque era muy deprimente, pues el
negro le recordaba su triste pasado.
Y es que, antes de llegar a Amplusium, Naybi había pasado por
mucho.
La raza Dayvel estaba acostumbrada a tener el corazón de bestias
oscuras, pero Naybi había nacido con elasticidad y con nada de bestia
sanguinaria. No sabía si ese primer atributo había influenciado en su falta de
odio a todo el mundo, rasgo característico de los Dayvel, pero sí sabía que eso
le había costado mucho.
No importaba si este solo quería ayudar a otro Dayvel, la
respuesta siempre iba a hacer un insulto, una mirada de odio o un golpe.
Todo volvía a pasar por la mente de Naybi:
¡Muévete, bola de grasa!-dijo un Dayvel grande, empujando a Naybi
Eh, disculpe-dijo un Naybi muy
joven, de unos 7 años
¡Oh, perdón! No me había dado
cuenta que hablaba con un anormal que no sabe decir media palabra-dijo con tono
burlón
Naybi puso cara de terror y se
lamentaba mientras el Dayvel lo golpeaba sin misericordia.
Y después de eso siguieron otros
16 duros años.
Ese último día, el “príncipe”
Naybi decidió escapar. Tomó bayas suficientes para una semana, esperó hasta la
noche, y cuando llegó la noche, escapó.
Escaló la montaña este por al
menos seis horas, hasta llegar a la cima, donde la vida era escasa por la
hostilidad de los Dayvel.
Se quedó allí por unos tres días
que le parecieron años, se empezó a dar cuenta de lo aburrida que estaba siendo
su vida.
En ese momento, escuchó gritos
provenientes de las tierras Dayvel.
Estaban atacando. Varias naves
eran derribadas por su tribu hasta que solo una quedó. A Naybi se le ocurrió
una idea.
Alargó su brazo hasta la nave y
se sujetó de un ala.
La mayoría de los invasores
estaban atacando en la superficie, por lo que no tardó mucho en desalojar la
nave.
No podía saber de qué raza eran,
pues cubrían su cuerpo completamente por un traje negro.
Fue a los comandos y buscó el
botón de despegue.
Al presionarlo, sin querer
presionó otro botón, el cual liberó un gas nocivo para los Dayvel, y se
desmayó.
Al despertar, tres Omnebus en
uniforme le estaban apuntando.
Le piden su identificación, por
lo que Naybi saltó a un edificio y escapó.
No se preocupó por su pueblo,
ellos ya habían pasado invasiones similares, y además, los odiaba.
Y ahora estaba en un laberinto de color negro.
Al doblar, encontró algo muy curioso, una hoja de color gris, a diferencia de las otras
negras.
Naybi no le prestó mucha atención a eso.
Siguió caminando cerca de unas tres horas.
Entonces se detuvo para descansar.
Miró arriba, pero el cielo era casi imperceptible por los grandes
árboles.
Al pararse, vio una silueta pasar muy cerca de él, pero esta
corrió tan rápido que apenas la vio.
La siguió, pero lo que vio a continuación le horrorizó. Un Olentem y un Saxima (no era Rock’ O, este era más bajo) dentro de
un charco de sangre.
Luego de eso no encontró más sangre ni cuerpos.
Volvió a mirar arriba, en busca de alguna luz, y, efectivamente
había una abertura entre los árboles.
Pero en esa abertura vio algo que no había visto en dos años.
La sombra de la marca estaba ahí de nuevo.
Naybi corrió, pero una fuerza extraña lo detuvo.
Estaba siendo arrastrado, pero solo veía a la sombra arriba.
Esta bajó levemente la cabeza, y Naybi empezó a sentir un dolor
terrible.
Cada hueso y músculo de su cuerpo estaba siendo fuertemente
presionado.
Supo que no resistiría mucho más. Cerró los ojos, mientras la
sangre emanaba lentamente de sus cuatro patas y de su lomo y, lentamente, notó
que el dolor cesó.
Otra sombra, pero sin la marca, había ahuyentado a la primera.
Esta bajó de los árboles, y
ayudó a ese Dayvel que aún sentía
un poco de dolor a levantarse.
Naybi quiso darle las gracias, pero la sombra corrió y Naybi no
volvió a verla en lo que quedaba de laberinto.
Se sentía débil y con ganas de volver a Luchk, a la casa de Rock’
O, dónde al menos había luz y un pequeño brillo de esperanza.
Cuándo creyó que ya estaba por salir, vio un gran árbol, tan
grande que tapaba cualquier otra salida.
En el árbol había una inscripción: “El diferente a veces es el
mejor”.
Naybi se sentó y se quedó pensando y pensando.
Eso era un acertijo, eso ya era seguro, pero la pregunta era qué
significaba.
Naybi tuvo una corazonada.
Corrió y corrió, volviendo sobre sus pasos, ansioso de salir de esa prisión.
Hasta que al fin llegó, la hoja gris, tiró de ella, y se dio
cuenta de que nunca había sido tan feliz. Es más, se dio cuenta de que era la
primera vez que sonreía en toda su vida.
Y se rió durante 5 minutos, era la sensación más emocionante que
había tenido en su vida.
Se hizo un hoyo en la tierra, por el que Naybi entró, y al salir
por el otro lado, un puente de madera de al menos 40 metros de largo lo
esperaba.
Al final de éste una luz brillaba intensamente.
Corrió todo lo que pudo, pero la luz y el final del puente siempre estaban lejos.
Pensó que podía saltar del
puente y agarrarse del otro extremo, pero como abajo había un gran lago de
lava, descartó esa idea.
Siguió corriendo, a pesar de que sabía que es idea era inútil.
Fue cuando miró hacia atrás.
Estaba en el borde de un puente
del cual los maderos justo detrás del Dayvel se habían caído a la lava.
Para su sorpresa, los maderos no se hundían en la lava, si no que
formaban un puente abajo.
Corrió unos 5 metros más, y saltó del puente.
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