Si es que no has podido inferir del nombre de qué de qué se trata esta marcha, me cabe suponer que tampoco tienes la suficiente inteligencia para entender el mayúsculo grado de inmoralidad que tiene, así que esta entrada no está dirigida a ti. El tema es que oponerse al aborto es quitarle a una mujer el derecho inalienable de decidir qué puede y qué no puede permanecer en su cuerpo. Ninguna mujer esclava de ningún feto -o, en todo caso, Estado o religión retrógrada- para que este pueda quedarse en su cuerpo contra su voluntad y, para colmo, use los nutrientes que ella consume, de modo similar a un virus (si una mujer quiere tener un hijo y está dispuesta a mantenerlo no hay ningún problema con ello, incluso puede ser una experiencia que le agrade y disfrute, lo que está mal es negarle su capacidad para decidir).
Sin embargo no solo quería hablar de este tipo de parasitismo en esta entrada, sino también de la ironía de que sean justamente los progresistas quienes constituyen el grueso de las personas a favor del aborto. Lo peor es que ellos compran su iPhone para denunciar al capitalismo que lo ha producido, parciendo los fetos de estas degradantes cartas en las que le escriben a los padres que los abortaron. Un ladrón es un ladrón, pero por lo menos no intenta justificar su acción como ética. Los progresistas denuncian el capitalismo usando los productos del capitalismo para crar un código anticapitalista que solo puede sobrevivir con la ayuda del capitalismo.
Han sido culpables tanto la adolescente embarazada que decidió dar a luz a su hijo producto de una violación como el multimillonario quien consideró que tenía deberes para con la sociedad. Esta es la triste consecuencia del código del altruismo.
Un código que te prohibe tirar la primera piedra te prohibe también reconocer la identidad de las piedras, y de si estás siendo apedreado.